Este es un espacio dedicado a difundir la cultura leather, el fetichismo por el cuero y buscar la integración de la comunidad leather de Rosario, son bienvenidos todos los buenos leather.
Es un lugar de hombres homosexuales que buscan la masculinidad, la virilidad y el cumplimiento del pacto de caballeros como todo leather real en el mundo.
Buscamos un intercambio sano y responsable de nuestras ideas, necesidades, compartir material, reforzar la relación entre todos los miembros, buscar un espacio donde realizar nuestras actividades en forma segura, convivir, apoyar e informarnos, sobre todo que haya una información y una didáctica para difundir y aclarar las dudas y conocer la amplitud de la Cultura Leather en Rosario, Santa Fe, República Argentina.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Qué harías con el?...


Full leather


Popper

El poppers se ha convertido prácticamente hoy en día en el tercer participante en muchos polvos gays. La sustancia es algo irrenunciable para cada vez más personas. Y, en muchos casos, la adicción es muy alta: su consumo se caracteriza por una importante dependencia psicológica –más que física– que sus incondicionales relacionan con grandes hazañas sexuales y una desinhibición absoluta. Pero atención: PELIGRO. Inhalar poppers cada vez que uno se baja los pantalones no parece ser una gran idea, y al igual que el resto de drogas, esta sustancia entraña importantes riesgos para la salud: su consumo habitual puede tener un enorme impacto negativo en cuerpo y mente, así como –paradójicamente– en nuestro rendimiento sobre el colchón…

 





 
Nitrito de amilo/ butilo: el mejor limpiador de cuero

Independientemente de si se vende de manera legal o ilegal en un país u otro, el poppers se presenta generalmente en botellas pequeñas cuyo contenido se inhala. Se trata de un vasodilatador que causa un “subidón” súbito e intenso: sus efectos duran apenas dos minutos. También se emplea a veces para reforzar la potencia de otras sustancias, como el éxtasis o el LSD. Pero su uso principal es aislado y dirigido a las relaciones sexuales, dado que facilita la penetración anal (relaja la musculación del esfínter) y la erección (dadas sus propiedades vasodilatadoras). También es un desinhibidor psicológico que –aparentemente– desdibuja nuestros límites y aumenta el placer sexual.

El poppers, que a partir de los años 80 entró de lleno en los primeros puestos de sustancias afrodisíacas, tiene dos formulaciones químicas principales: nitrito de amilo y nitrito de butilo. 


Hace unos treinta años, el consumo de esta droga se popularizó durante actividades sociales, particularmente en el mundo gay, en principio para potenciar las sensaciones provocadas por la música, el ritmo, el movimiento y la luz. El nitrito de amilo se comercializaba al principio en pequeñas ampollas de vidrio (de ahí el término “poppers”, que evoca el sonido “pop” que se producía al romper tales envases).

Los derivados del nitrito de butilo se presentan hoy por lo general en recipientes de unos 12 ml. En cualquier caso, las dos formulaciones pueden causar quemaduras en la piel cuando accidentalmente se extienden sobre ésta, y son altamente tóxicas si se inyectan o ingieren.

El poppers aumenta el ritmo cardíaco, dilata los vasos sanguíneos y reduce nuestra presión arterial.

Además, proporciona sensaciones asociadas al calor humano, la exaltación, la felicidad, la liberación y ciertos vértigos físicos.

La droga también refuerza las sensaciones provenientes de la luz, el movimiento, el sonido y, en general, altera las percepciones sensoriales. Asimismo puede causar alucinaciones. El poppers relaja los tejidos musculares lisos (como el del ano) y además adormece nuestros sentidos. Este efecto puede evitar que el consumidor deje de sentir irritaciones o desgarros durante la práctica sexual, y por tanto, no sólo aumenta el riesgo de un posible traumatismo corporal, sino el de transmisión del VIH y de otras enfermedades venéreas.
 

Los peligros del poppers

Como acabamos de detallar, el poppers puede tener efectos desinhibidores que incrementan la probabilidad de mantener relaciones sexuales sin protección, durante y después de su consumo. Sin embargo, un uso excesivo del mismo acabará paliando cualquier efecto estimulante: muchos usuarios llegan a experimentar dolores fuertes de cabeza, náuseas y pérdida de erección. Y existen estudios que afirman que ciertas células del cerebro pueden ser destruidas.

Y, recordamos: cualquier derrame de poppers sobre la piel debe lavarse con agua abundante. No se recomienda inhalar la sustancia por la boca, ni desde luego, jamás, beberla o inyectarla.

Además, un sistema inmunitario ya debilitado puede sufrir daños suplementarios por consumo de poppers, quedando resentida nuestra protección natural o reforzada contra bacterias, virus y otros agentes patógenos. De momento, poco se sabe sobre las interacciones entre el poppers y los medicamentos antirretrovirales.

En cambio, queda totalmente desaconsejada la inhalación de poppers a los que sufren de problemas cardíacos y ESPECIALMENTE a aquéllos que hayan tomado Viagra en las últimas 24 horas. Se trata de maximizar el riesgo de un fatal accidente cardiovascular, ya que la combinación Poppers + Viagra es letal.

El poppers que se inhala sin grandes problemas (es decir, sin sensación de ardor) incita a repetir su consumo con cada vez mayor frecuencia durante la relación, y el consumidor puede de repente verse afectado por un fuerte dolor de cabeza que puede –paradójicamente– dar al traste con su encuentro sexual. Un consumo excesivo de poppers puede provocar también daño permanente en las mucosas nasales.

Y, como es lógico, los sesiones de coloque “duro” en las que se usan máscaras o mechas empapadas en poppers son las prácticas más peligrosas. Si pese a todo quieres probarlo o continuar su consumo, no olvides nunca que el poppers se evapora y envejece rápidamente, así que mantenlo en un lugar fresco y con el tapón bien cerrado. Y ten siempre en mente que su efecto, aunque dure poco, puede conducirte, en cualquier momento y como cualquier otra droga, a bajar el control del riesgo en tus prácticas sexuales.

[Actualización de 23 de junio de 2013: El Decreto de 29 de junio de 2011, que prohibía en Francia la venta de poppers, se ha cancelado de manera efectiva el pasado 3 de junio de 2013, por resolución del Consejo de Estado francés.

Stéphane & carzam

martes, 17 de diciembre de 2013

CODIGO DE LOS PAÑUELOS El lenguaje del silencio

Publicado el septiembre 7, 2008 por kasianobcn

-¿Qué quieres?- Fue la forma en que un desconocido se dirigió hacia mí en una noche en el bar, tomando entre sus dedos el pañuelo negro que sobresalía del bolsillo izquierdo de mi pantalón. El tipo tendría unos 30 años; robusto, moreno, cabello muy corto, de barga y bigote, unos centímetros más alto que yo.

Llevaba una camiseta negra sin mangas, pantalón de mezclilla azul, encima del pantalón unas chaparreras de cuero negro, botas cortas negras de tipo industrial. Me dijo que venia de San Francisco, estaba de vacaciones.

Muy sorprendido al verme en mi obscuro atuendo de cuero, con ese pañuelo asomándose, me confió que no había encontrado leathers en sus recorridos por diversos sitios De Madrid gay. De ahí su interés hacia mi. Esto sucedió en 1993 o 1994, no lo recuerdo bien.

La gente gay se reconocía fácilmente al utilizar, por ejemplo, un tipo particular de llaveros, usar aretes en las orejas, tatuajes privilegiando los arco iris y triángulos rosas invertidos, inclusive por el uso de los zapatos conocidos como zuecos. Mucho de esto se popularizó en los años 70´s y 80´s del siglo XX, volviéndose moda entre la gente heterosexual, que desconocía en mucho sus reales significados.

Fui amable en mis respuestas. También me resultaba toda una sorpresa, una buena oportunidad de un ligue como los que buscaba, con un auténtico leather.

El hombre retornó al asunto inicial al preguntarme ahora: ¿Sabes lo que significa llevar ese pañuelo así?

Mi primera referencia del código de pañuelos en el mundo leather se remontaba a 1993, cuando en el cine Carretas asistí a la proyección de la película CRUISING con Al Pacino.

Este interpreta a un detective encubierto que busca, en los bares de acción neoyorkinos, a un asesino dentro de la comunidad leather. En una disco, le quiere ligar un hombre que observa en su bolsillo izquierdo un pañuelo o paliacate amarillo, el cual ha comprado en una tienda, luego de ver que forman parte de la indumentaria de muchos leathers que acuden a los sitios. Los usan de diversos colores en un lado u otro del pantalón; preguntó al dependiente sobre su significado quien le responde escuetamente, se lleva el que entiende que significa practicar la natación. El individuo que lo quiere ligar pregunta que si gusta de los deportes acuáticos. Pacino indica que más bien gusta de mirar, evitando comprometerse a una relación sexual inmediata, cosa que molesta al tío, quien le dice que no sea imbecil, que si no sabe llevar un pañuelo es mejor que no lo use. El protagonista, avergonzado por la confusión, se lo quita de inmediato, haciéndolo desaparecer en el interior de su bolsillo.

Pasarían casi 10 años más para volver a reencontrarme con el tema y su significado íntegro.

Si bien un código es una recopilación de normas y leyes dispuestas según un plan metódico y ordenado, también es un conjunto de símbolos o reglas para transmitir información; una forma en que los individuos podemos reconocernos o identificarnos con otros a la distancia, inclusive sin mediar palabras, puntos comunes de entendimiento, de encuentro. Algunos códigos son, por ejemplo: la cruz cristiana; la estrella de David; el saludo místico entre masones; el himno de un país; el emblema de un partido político; algún color específico; un silbido particular; nuestro idioma; usar un habito o cofia; el moño rojo de la lucha contra el SIDA; la bandera gay de arco iris; y un largo etc.

Comunicación sin palabras, múltiples opciones de ligues

Dentro del movimiento leather, se volvió uso común el código de pañuelos o paliacates de colores, para establecer el gusto o interés por ciertas prácticas sexuales o eróticas, sin tener que decirlo de propia voz.

Esto como resultado de la actitud manifiesta en los sitios de encuentro, acción, o ligue leather en Norteamérica y Europa básicamente: ambientes adustos; mínima socialización y conversación; rostros serios; cuerpos expectantes; disciplina militarizada; respuestas monosilábicas; música fuerte; cuero brillante; sudor y tabaco; todo contribuyó a su difusión. Espacios vetados para las risas nerviosas, charlas sobre el trabajo, escuela o la familia, aroma a lociones, la gran mayoría sólo para hombres, las facilidades de un Back Room (Cuarto Trasero), permitía contar un espacio acondicionado con artefactos y accesorios para diversas prácticas, con adecuada iluminación de luces indirectas o velas.

Por ello, llevar un pañuelo resultaba muy esclarecedor de lo que se buscaba específicamente. No hablo del Dark Room (Cuarto Oscuro) esa es otra cosa; al leather le gusta mirar y ser admirado en sus atuendos de cuero negro, por ello no le molesta la luz.

Ver forma parte de su filia, qué caso tiene cargarse toda una indumentaria especial, si no se puede exhibir ante la falta de iluminación; está el tacto o el olfato, pero no es suficiente.

Si bien al principio se manejaban unos cuantos colores, la profusión de las parafílias, generó la necesidad de ampliar el código hasta con objetos o elementos tales como servilletas, cepillos de dientes, bolsitas de cuero, etc.

Actualmente, son más de 60 variantes de este código a identificar.

No debemos olvidar que usar el pañuelo o paliacate, en un lado u otro del pantalón, es muy importante. Señala si se busca dar o recibir, llevar el control o dejarse someter en una práctica específica. Mostrarlo en el bolsillo izquierdo es indicativo de DAR, reservado para los Dominantes, los Amos, Masters o Tops.

Llevarlos del lado derecho corresponde a RECIBIR e indicativo de los que son sumisos, esclavos o bottoms. De un vistazo podemos saber quién es quién.

El pañuelo también puede ser portado alrededor del brazo o pierna, amarrado del lado de su predilección.

Hay quienes lo llevan en el cuello, informando que les da lo mismo dar o recibir. Para conocer el nivel de interacción hay que observar cómo sobresale del bolsillo. Si el paliacate está doblado, indica que aunque guste de cierta practica, en ese momento no se desea acción. Si el pañuelo se desdobla y se porta colgando del bolsillo, se está especificando que se busca acción, mientras más suelto más acción, menos restricciones, la cual puede ser con uno o varios acompañantes a la vez, todo un anzuelo sexual.

Por 1993, en una de las conferencia de los Martes de El Taller, el Grupo Guerrilla Gay, tocó el punto de los códigos y en particular el de paliacates. Esa noche, pude entender más sobre su significado y variantes.

Poco después recibí, de parte de un miembro del Club Leather de México, una hoja informativa de un bar leather en Dallas, con el código actualizado a 1994, el cual no ha variado en mucho hasta el día de hoy.

Comprendí también que en el mundo leather no necesitaba saber un idioma, para interrelacionarme con leathers de todo el mundo, sean alemanes, australianos, rusos, franceses, japoneses, italianos o canadienses, para ello está el código de los pañuelos, un intimo amigo colgando de mi bolsillo, el cual podía tornarse en un enemigo si no lo usaba adecuadamente.

- Si, claro que sé lo que significa traer el pañuelo negro en mi bolsillo izquierdo – respondí al varonil sujeto que me miraba con interés, y aseguré – Cumplo con lo que prometo.

Resultó un poco difícil dominar a Mario. Le gustaba sentirse poderoso, invencible, para terminar sometido luego del correspondiente trabajo disciplinario, sutileza y mucha verbalización. Respondió muy bien al estímulo auditivo, placer mutuo; prometió escribir, nunca lo hizo. En ese entonces el e-mail aún era un sueño. Nunca volví a saber de él.

Sexo en chaps


lunes, 16 de diciembre de 2013

Guía para lucir pantalones de cuero


Guía para lucir pantalones de cuero – Hombres
Pantalones de cuero, los hemos visto en uno que otro artista musical y en aquellas personas vinculadas al mundo de la moda. A muchos hombres nos atrae la idea de poder usarlos pero siempre existe el temor a la opinión de los demás. En parte hay razones para hacerlo. Así, para evitar situaciones incómodas le tenemos preparado una serie de consejos para lucir pantalones de cuero.

Temores de los hombres

Hablemos de los temores. Uno de los mitos en muchos hombres sobre los pantalones de cuero es que se considera que es una moda gay, además de una moda para mujeres. Pero debemos aclarar algo que puede aliviar a muchos hombres y con mucho respeto para quienes son gay. La mayoría de los pantalones que ellos utilizan son aquellos que confeccionados para mujeres y si compran uno de hombres usualmente tienden a hacerle alguna modificación para ceñirlo al cuerpo. Una minoría utilizan los pantalones de cuero para hombres sin modificar. Si juntamos todos los demás temores, se resumen al que dirán de los demás.

Detalles que debemos tomar en cuenta

Antes de pensar lucir unos pantalones de cuero para hombres y mejor dicho antes de comprarlos debemos considerar ciertos factores físicos propios. Unos pantalones de cuero lucen mejor en un hombre con un cuerpo muy bien proporcionado, sea de contextura gruesa o delgada. La idea no es que el pantalón se quede ajustado a todo el cuerpo desde la cintura, cadera y piernas completas. Los pantalones ajustados o pantalones tubitos son un tipo de moda que no le recomendamos si es quiere mantener un estilo 100% varonil. Lo ideal es que los pantalones de cuero no queden muy holgados en la zona de los glúteos y muslos.

El color y los detalles de los pantalones de cuero para hombres

En cuanto al color le recomendamos encarecidamente que use el negro ya que lo puede combinar con infinidad de prendas para el tórax, de diferentes colores y estilos. Además es mejor comprar los pantalones de cuero con acabado mate que aquellos que tiene una superficie muy brillante. En cuanto al diseño escoja aquellos con la menor cantidad de adornos.
Una presentación impecable al usar pantalones de cuero es usar correa de cuero con hebilla plateada y calzado negro. A esta combinación usted puede añadirle lo que más le guste para el torso superior desde camisas, polos y abrigos casuales.

Credo del sumiso...

  •  Comunicaré a mi AMO, con total sinceridad, mis necesidades, deseos, límites y experiencia.
  • No intentaré manipular a mi AMO ni trataré de empujarlo a llevar una sesión como yo quiera, en otras palabras, no intentaré ‘dominar’ a quien me domina.
  • Mantendré una mente abierta para probar cosas que me incomodan e intentaré expandir mis límites y continuar creciendo como sumiso.
  • Aceptaré la responsabilidad de descubrir lo que agrada a mi AMO y cumpliré lo mejor que pueda con todos sus deseos.
  • Seré educado con mis amigos sumisos. Compartiré mis conocimientos y experiencia con ellos con la esperanza de que aprendan y se beneficien de lo que yo he aprendido.
  • Responderé siempre y a todo a mi AMO y no intentaré ocultarle nada de lo que mi mente y mi cuerpo están sintiendo de tal forma que pueda ayudarle en sus responsabilidades.
  • Aceptaré la responsabilidad si una sesión o la relación va mal. No echaré toda la culpa a mi AMO por el mero hecho de que domina.
  • Haré el regalo de mi entrega sólo a quien pueda responsablemente recibirla y así lo desee. No pondré a nadie en la posición de dominarme si no lo desea ni daré mi respeto a alguien que no se lo haya ganado.
  • Sé que el BDSM no es una competencia y nunca pensaré que soy el mejor sumiso porque haya elegido someterme a un nivel diferente que otro ni haré alarde de las experiencias que haya tenido.
  • Seré obediente con lo que mi AMO me pide. Sé que mi AMO sólo quiere lo mejor para mí y que, a menudo, conoce mejor que yo lo que necesito en cada momento.
  • Sé que mis acciones reflejan a mi AMO y haré todo lo que pueda para dar una buena imagen suya ante otros.
  • Llevaré mi título de sumiso con orgullo.
Cortesia de "MASTER JESUS" publicado el 15/12/2013 a traves de "SLADOM THE LEATHER STORE"

Fumar en cueros


Erotismo en dibujos






EXCESOS DE LA MASCULINIDAD - Parte II



La cultura bear (osos)

A finales de los 80 el barrio de Castro, en San Francisco, era ya muy conocido como un espacio gay: proliferaban los locales de ambiente, librerías, cines, restaurantes, la mayor parte de los residentes en el área eran gays, y numerosas organizaciones tenían sus sedes en el barrio. 

El Castro no era ajeno a la estética del momento; por sus calles era frecuente ver paseando chicos de porte atlético, bien afeitados, jóvenes, elegantemente vestidos a la moda, afanándose en reproducir el modelo de belleza gay imperante. Pero, en esa misma acera, empezaban a aparcar sus motos unos tipos de aspecto muy distinto: barbudos, barrigudos, corpulentos, con las piernas enfundadas en viejos vaqueros y el vello del pecho asomando de la camisa de leñador entreabierta: los osos. Nadie sabe con seguridad cuándo se empezó a generalizar el uso de esta denominación, pero todo apunta a dos referencias: el bar Lone Star y la revista Bear Magazine. De hecho existía cierto lazo con la propia comunidad leather, ya que algunos moteros exhibían de forma orgullosa la barriga y la barba como señas de identidad, y se reunían también en el Lone Star. (Este vínculo persiste hoy en día, de forma que en la comunidad leather es fácil ver personas de aspecto osuno, y en los bares ‘bear’ encontramos a veces algunos osos con estética leather.)

Cuando aparece por primera vez el Bear Magazine, se produce un fenómeno social sin precedentes. La revista se agota en pocos días y comienzan a llegar a la redacción cientos de cartas eufóricas celebrando el contenido de la revista: por fin una revista con fotos de hombres peludos, gorditos, con barbas pobladas, y... sorpresa: ¡no superdotados! Pero vayamos por partes. ¿Qué es eso de "por fin"? La revista acababa de inaugurar la posibilidad de un reconocimiento distinto, un espacio de representación nuevo, había presentado una imagen de "cuerpo deseable" hasta entonces atípica, que sin embargo produjo la identificación de un enorme número de personas. Los lectores expresaban básicamente dos ideas: "a mí me encantan ese tipo de hombres, pero pensé que nadie compartía mi gusto", y también: "yo tengo ese aspecto, pero creía que yo no era deseable".

Los editores de la revista eran conscientes de la diferencia que querían marcar respecto a la imagen típica del cuerpo. Se posicionaron explícitamente criticando el imperio de ese cuerpo normalizado por la moda, excluyente de otras estéticas y formas de deseo. Esa reflexión política sobre el cuerpo tenía otra vertiente: los hombres que aparecían en las fotos tenían penes normales, no esas pollas descomunales de las revistas del mercado. Ello favoreció aún más la posibilidad de identificación de los lectores, liberándoles de los complejos de inferioridad que se suelen dar cuando uno se compara con semejantes prodigios de la naturaleza. Y, finalmente, los osos no eran necesariamente jóvenes: en la revista aparecían frecuentemente hombres maduros, mostrando gozosamente su desnudez (los osos polares, de hermosas barbas canosas).

El fenómeno bear se difundió rápidamente en EEUU y Canadá, y poco más tarde por Europa, Australia y Japón. Se fundaron numerosos clubes, se abrieron bares de osos, se crearon cientos de páginas de Internet, y se comercializaron otras revistas (Husky Magazine, American Bear, Bulk Male, Big Ad, etc.), vídeos y complementos ursinos. En 1997 aparece el primer ensayo sobre el mundo de los osos gays, un estudio donde se analiza el origen de este movimiento, sus características y las implicaciones sociales que está teniendo  ("The Bear Book. Readings in the History and Evolution of a Gay Male Subculture", por Les Wright (editor). Harrington Park Press, Binghamton, Nueva York, 1997). En el Estado español se crean los primeros colectivos de osos a mediados de los años 90, y desde entonces han crecido hasta formar grupos en casi todas las comunidades autónomas. Bares como el Bear Factory en Barcelona, el HOT en Madrid o El hombre y el oso y el Man to man en Sevilla con referencias muy populares del movimiento oso del Estado español.

Los osos han producido un efecto de subversión en dos ámbitos diferentes: dentro del mundo gay, el movimiento oso es una estrategia de resistencia contra la tendencia dominante de valoración de un tipo de cuerpo/edad (danone/joven), está generando nuevos espacios de relación y de disfrute, y ha demostrado que existe una diversidad mucho mayor en las formas de relacionarse de los gays que la que se ofrece habitualmente en los medios de comunicación (incluidos los medios gays). En el ámbito heterosexual, la imagen de dos hombres barbudos besándose resulta tremendamente inquietante, rompe el molde tópico del "mariquita-loca-afeminado" que es tan útil para los héteros a la hora de distanciarse de los gays y de marcarles como una cosa rarita, ajena a ellos. Esto es distinto, la estética de los osos es cercana para el mundo heterosexual, demasiado cercano: el carnicero del barrio de la barba negra que te vende las morcillas o el fontanero de brazos peludos y bigotes que viene a repararte las cañerías pueden ser gays ("¡quién lo iba a decir!"). En el capítulo siguiente estudiaremos esa ‘cercanía’ en lo que supone de parodia de la masculinidad.

2. La masculinidad en cuestión: las subculturas leather y bear como performances de género.

La subcultura leather – SM y la subcultura de los osos tienen una relación paradójica respecto a la masculinidad. Por una parte se basan en el exceso, en una puesta en escena que muestra el carácter preformativo del género. Por preformativo entendemos el análisis que desarrolla Judith Butler en su libro El género en disputa. Butler toma la noción de Austin de actos preformativos y, a partir de la elaboración que de ella hace Derrida, la utiliza para mostrar que el género en sí mismo es una ficción cultural, un efecto preformativo de actos reiterados, sin un original ni una esencia:

“El género no debe interpretarse como una identidad estable o un lugar donde se asiente la capacidad de acción y de donde resulten diversos actos, sino, más bien, como una identidad débilmente constituida en el tiempo, instituida en un espacio exterior mediante una repetición estilizada de actos. El efecto del género se produce mediante la estilización del cuerpo y, por lo tanto, debe entenderse como la manera mundana en que los diversos tipos de gestos, movimientos y estilos corporales constituyen la ilusión de un yo con género constante. Esta formulación aparta la concepción de género de un modelo sustancial de identidad y la coloca en un terreno que requiere una concepción del género como temporalidad social constituida. Es significativo que si el género se instituye mediante actos que son internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es precisamente eso, una identidad construida, una realización preformativa en la que el público social mundano, incluidos los mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad de la creencia. [...] Las posibilidades de transformación de género se encuentran precisamente en la relación arbitraria entre tales actos, en la posibilidad de no poder repetir, una deformidad o una repetición paródica que revela que el efecto fantasma tico de la identidad constante es una construcción políticamente endeble. [...] El hecho de que la realidad de género se cree mediante actuaciones sociales continuas significa que los conceptos de un sexo esencial y una masculinidad o una feminidad verdadera o constante también se constituyen como parte de la estrategia que oculta el carácter preformativo del género y las posibilidades preformativas de que proliferen las configuraciones de género fuera de los marcos restrictivos de dominación masculinista y heterosexualidad obligatoria.

Llevando esta reflexión al terreno de las dos subculturas que nos ocupan, podemos afirmar que ese exceso de “masculinidad” que muestran las estéticas y prácticas leather y bear no son una reafirmación de una ‘esencia’ o una ‘naturaleza masculina’ que habría sido arruinada por las maricas locas y que habría que recuperar. Precisamente la exhibición tan explícita que se hace del exceso masculino, sobre todo en la cultura leather – SM, muestra la fragilidad de la masculinidad. De hecho, muchas de las prácticas SM no se centran ya en el pene erecto y en la eyaculación, sino que desplazan el interés a otras partes del cuerpo o se dedican a practicar manipulaciones de los genitales que muestran su vulnerabilidad (atar los testículos, atravesar el pene con alfileres, pequeñas descargas eléctricas, pinzas, etc.). 

Esta mostración y celebración de la vulnerabilidad genital supone un giro histórico en la representación de la masculinidad, donde el presunto falo centrismo de las prácticas gays se ve cuestionado radicalmente.

En el caso de la cultura bear, la representación es de otro tipo, se trata de una replicación de “lo natural”. El hombre bear juega con una presunta naturaleza salvaje, una masculinidad idealizada que enlaza directamente con lo animal y que rechaza –aparentemente- los suplementos de la cultura gay dominante (interés por la moda, refinamiento, amaneramiento, maquillaje, afeminamiento, etc.). Pero también en este caso se trata de una naturaleza que nunca estuvo allí, es decir, se recrea performativamente una estado natural-animal que jamás han experimentado los seres humanos. En ese sentido, la fragilidad de la masculinidad se muestra en la laboriosa reconstrucción, en la imposible nostalgia de un “hombre natural” que es recreado en la estética bear.

Este doble juego de natural-artificial se muestra claramente en la revista Bear Magazine. En la cabecera de la portada reza el siguiente frase: “Masculinity without the trappings” (Masculinidad sin adornos). Sin embargo, en su interior la mitad de las páginas de la revista son anuncios de complementos para la construcción del oso ideal, es decir, esos adornos de los que renegaba en la portada: gorras, tirantes, camisas de cuadros tipo leñador, botas de montaña, vaqueros, cinturones... Incluso la barba, elemento clave de esta cultura, suele aparecer cuidadosamente recortada en los modelos de la revista.

Se trata una vez más de una estilización de la conducta, pero es importante señalar que la masculinidad heterosexual participa exactamente del mismo proceso. El hombre heterosexual aprende desde el nacimiento unos códigos que va a repetir continuamente, y que marcarán su experiencia subjetiva de la masculinidad. Pero esos códigos no son menos artificiales que los de un leather o un oso. Es más, podríamos decir que ‘la heterosexualidad’ es uno de esos rasgos que constituyen la masculinidad ideal. Lo interesante de los leather y los osos es que utilizan los códigos masculinos pero al final se produce una traición, no son hombres ‘de verdad’ porque son gays.

En este sentido, podríamos denominar a los practicantes de la cultura leather y la cultura de
los osos como drag-kings.  

Aunque esta denominación se suele aplicar a mujeres que se disfrazan de hombres con el fin de mostrar el carácter preformativo de la masculinidad, no hay razón para excluir a los hombres como posibles drag-kings, si en su práctica producen un cuestionamiento parecido. Como dice Judith Halberstam en su obra clásica queer Female Masculinity:

“Un drag king es generalmente una persona de sexo femenino que se viste de hombre de forma reconocible y que realiza de este modo una performance de tipo teatral”.

Es importante recordar que “vestirse de hombre” es algo que los hombres aprenden; los hombres “biológicos” repiten unos códigos que les integran en la hombría “social” y en la masculinidad, pero esos códigos vienen dados por un contexto cultural concreto, no son propios de ningún sujeto a priori. Si llevamos al extremo esos códigos de la masculinidad, como hacen los leather y los osos, podemos mostrar y desenmascarar ese carácter teatral de toda identidad.

3. Doble lectura: ¿cuestionamiento de la masculinidad o reforzamiento de roles tradicionales?

Hasta aquí hemos hecho una lectura un tanto idealizada de estas dos subculturas, insistiendo en su carácter subversivo al introducir nuevas identidades dentro de los circuitos gays y dentro de los códigos de la masculinidad. Sin embargo hay siempre un envés en estos procesos sociales, se da la posibilidad de una asimilación a los sistemas de dominación heterocentrados.

La otra lectura que podemos hacer de estas subculturas va en la dirección contraria. Lo leather y especialmente lo bear plantea una posibilidad de normalización y de integración bastante peligrosa. Su parecido a la cultura heterosexual dominante hace que a veces se caiga en la tentación de recuperar el discurso plumófobo y normativo. Algunas corrientes de la cultura del cuero y de los osos son profundamente plumófobas (además de misóginas y lesbófobas), acusan a las locas de dar una imagen ridícula de los gays, y reivindican una masculinidad “normal” e integrada que busca la aceptación del colectivo heterosexual. Son argumentos del tipo: “soy normal, no quiero diferenciarme de los heteros, soy un hombre masculino, no quiero que se me note que soy gay, así me aceptan mejor, yo valoro a los hombres de verdad no a esas locas ridículas...”. En realidad este discurso supone un nuevo proceso de armarización, un uso interesado de la masculinidad para pasar ‘desapercibido’.

Esta lectura, profundamente conservadora, pretende recuperar la idea de un hombre natural, y vincularla de forma directa con la masculinidad (como si el binomio hombre=masculinidad tuviera sentido). Para la mirada heterosexual es también enormemente reconfortante, permite recuperar a un gay “sano”, que no cuestiona la masculinidad ni perturba sus códigos. Este proceso muestra la capacidad de los sistemas para asimilar e incorporar las nuevas identidades.

No obstante, siempre nos queda la posibilidad de retorcer de nuevo los códigos, de hacer proliferar nuevas subculturas que desestabilicen el sistema heterocentrado y su producción de géneros estables.

EXCESOS DE LA MASCULINIDAD - Parte I



LA CULTURA LEATHER Y LA CULTURA DE LOS OSOS

 Por Javier Sáez

 Barcelona, 14 marzo 2003

 Sinopsis: han surgido en la comunidad gay dos subculturas que mantienen una relación muy particular con la representación de la masculinidad: la cultura leather (de cuero) y la cultura de los osos (bears).  El discurso y las prácticas de ambas subculturas producen un efecto paradójico alrededor de las representaciones simbólicas y políticas de lo masculino: la cultura leather potencia los cuerpos y las actitudes híper masculinas, llevando el disfraz del cuero hasta un exceso que vuelve paródica la propia construcción de la masculinidad. La cultura de los osos intenta construir un cuerpo y unos valores "naturales" a partir de algunos valores tradicionales de la masculinidad: la barba, el vello corporal, el cuerpo fuerte, grande u obeso, la virilidad, la ausencia de afeminamiento.

 Nuestra tesis es que ambas estrategias suponen dos nuevas formas políticas de cuestionamiento de la masculinidad, a partir de una reinvención artificial basada en el exceso, estrategias que pone en cuestión cualquier presunta "naturaleza masculina".

1. Introducción: los orígenes de la cultura leather (cuero) y de la cultura bear (osos).
2. La masculinidad en cuestión: las subculturas leather y bear como performances de género.
3. Doble lectura: ¿cuestionamiento de la masculinidad o reforzamiento de roles tradicionales?

Introducción: los orígenes de la cultura leather (cuero) y de la cultura bear (osos).

 La cultura leather (cuero).
A comienzo de la década de los 50 aparecen en Estados Unidos los primeros colectivos gays que se identifican con formas y códigos tradicionales de la masculinidad. Hasta esa época las representaciones sociales y mediáticas de los gays se basaban en la imagen del homosexual afeminado, produciéndose en el imaginario social una identificación casi completa entre el gay y “lo femenino” (o, mejor dicho, con una imagen estereotipada de lo femenino): fragilidad, sensibilidad, estética delicada, dulzura, amaneramiento, etc. Es el prototipo de “la loca”, del gay con pluma.

Durante la segunda guerra mundial se crearon en el ejército numerosos lazos homo eróticos entre hombres que hasta ese momento habían vivido en el armario.

Incluso muchos de ellos sufrieron la represión homófoba que caracteriza al ejército y fueron expulsados del mismo. No obstante, al terminar la guerra algunos de estos hombres, atraídos por ciertos valores experimentados en el ejército, como la disciplina, el compañerismo, la solidaridad, la jerarquía, la indumentaria, las insignias, etc, deciden continuar reuniéndose en pequeños grupos de aficionados a las motos, donde se recrean estos códigos híper masculinos: relaciones de dominación y sumisión, motos, estética “dura” basada en el cuero como signo de identidad, y elementos característicos del cuerpo masculino: los bigotes, el vello corporal, los músculos, la fuerza física, etc. Los primeros grupos leather se constituyen en California alrededor de estos códigos en los años 50.

En 1954 se estrena la película The wilde ones, de Laslo Benedek, protagonizada por Marlon Brando. En esta película Brando hace de líder de unos de esos moteros marginales; los guionistas se habían basado en los pequeños grupos leather existentes en aquel momento. 
A su vez la película tuvo mucho éxito y realimentó la creación de una red cada vez más extensa de grupos  leather en los EEUU.     

En esa misma época Kenneth Anger realiza el corto Fireworks (1946) donde se muestra a sí mismo torturándose y en diversas escenas sadomasoquistas, y donde aparece por primera vez en la historia del cine una referencia a la incipiente estética leather. En otra película ya clásica de 1964, Scorpio Rising, Anger recogerá ampliamente los códigos de los grupos leather: clubes de moteros, fiestas con elementos satánicos, sadomasoquismo, música frenética, ceremonia de la vestimenta con el cuero, y estéticas militares (incluyendo el uso de esvásticas, un tema que creará mucha polémica dentro y fuera de las comunidades leather por sectores incapaces de comprender su uso como fantasía excitante).

A comienzos de los años 60 las comunidades leather gozan de cierta difusión dentro del mundo gay americano. De hecho, en 1962 la revista Life publica un reportaje sobre ellas a partir de un famoso mural de Chuck Arnett; según Life los leather representan  "el lado antifemenino de la homosexualidad" (veremos más adelante esta cuestión de lo leather como posible argumento plumófobo). A partir de ese momento California vive una importante inmigración de gays leather, de modo que a comienzos de los años 70 existe una abundante proliferación de bares y clubs donde se celebran fiestas y orgías con sofisticados códigos y nuevas prácticas sexuales (back-rooms, slings, fist-fucking, uso de dildos, importancia de la zona anal, prácticas sadomasoquistas, preocupación por la atmósfera que rodea las escenas, etc.).  Clubs como The Catacombs, Inferno o Shaw’s atraen a muchos gays de Estados Unidos y de Europa, entre ellos el filósofo Michel Foucault, quien hace una lectura muy interesante de las prácticas sadomasoquistas; en una entrevista afirma lo siguiente:

“El sadomasoquismo [...] es la erotización del poder, la erotización de las relaciones estratégicas. Lo más chocante del sadomasoquismo son sus abismales diferencias con el poder social. El poder se caracteriza porque constituye una relación estratégica que reside en las instituciones. La movilidad, dentro de las relaciones de poder, es sumamente reducida; ciertos bastiones son de todo punto inexpugnables porque se han institucionalizado, porque tienen un influjo perceptible en los tribunales, en la legislación. 
Las relaciones estratégicas interindividuales se caracterizan por su extrema rigidez.

El sadomasoquismo es, a este propósito, sumamente interesante ya que pese a tratarse de una relación estratégica se caracteriza por su flexibilidad. Hay claro está, dos papeles pero nadie ignora que esos papeles pueden intercambiarse. En ocasiones, al comienzo del juego uno es el amo y otro es el esclavo y al final el que era esclavo pasa a ser el amo. O incluso cuando los papeles son permanentes, los actores saben perfectamente que se trata de un juego, ya se cumplan las normas, ya exista un acuerdo, tácito o expreso, por el que se establecen ciertos límites. Este juego de estrategias reviste un enorme interés como fuente de placer físico. Pero no me atrevería a decir que se trata de una repetición, en la esfera de la relación erótica, de la estructura de poder. Es una representación de las estructuras de poder a través de un juego de estrategias capaz de proporcionar un placer sexual o físico. [...]

La práctica del sadomasoquismo termina por introducir un placer, que a su vez hace nacer una identidad, razón por la cual el sadomasoquismo es una auténtica subcultura; es un proceso inventivo. El sadomasoquismo consiste en la utilización de una relación estratégica como fuente de placer (de placer físico), hecho este, el de hacer uso de las relaciones estratégicas para proporcionar placer, que se ha producido en otras ocasiones. Ya en la Edad Media, la costumbre del amor cortesano, con el trovador, el cortejo entre la dama y el galán etc., era también un juego de estrategias. Tipo de juego que puede advertirse actualmente entre los jóvenes que frecuentan las salas de baile los sábados por la noche; incorporan relaciones estratégicas. El interés radica en que la esfera heterosexual, las relaciones estratégicas preceden al sexo; se justifican para llegar al sexo. En el sadomasoquismo, por el contrario, las relaciones estratégicas son parte integrante del sexo, un convenio de placer en el marco de una situación específica.

En el caso, las relaciones estratégicas son relaciones nítidamente sociales que afectan al individuo en tanto que miembro de la sociedad; mientras que en el otro lo que está en cuestión es el cuerpo. El interés radica precisamente en esa transposición de las relaciones estratégicas que pasan del ritual corporal al plano sexual.

La reflexión de Foucault es importante por varias razones: primero porque en lugar de hacer una lectura moral, psicologista o psicoanalítica de estas prácticas, las considera subculturas con un discurso propio, formas de asociación y de placer que a su vez son productivas, capaces de una inventiva respecto a la sexualidad y el placer, y basadas en códigos claros pactados. Esta visión se opone a la típica visión moralizante y negativa que existe sobre el sadomasoquismo, incluso entre algunos sectores normalizados del movimiento gay o películas manipuladoras como A la caza (Cruising) de William Friedkin, donde el ambiente leather se retrata como violento, asesino y peligroso.

A partir de estas prácticas leather y sadomasoquistas, y de algunos textos producidos por grupos políticos gays, la antropóloga lesbiana Gayle Rubin inicia una interesante reflexión sobre las diferentes sexualidades que también tendrá efectos en las propias políticas de las lesbianas en los años 80 y 90 y en las primeras referencias de la teoría queer. En lugar de analizar las diferentes prácticas de las culturas gays de los 70, (en especial la cultura del cuero y el sadomasoquismo,) en términos de fetichismo (Freud), o de ver en ellas huellas de un patriarcado machista y opresor (feminismo), Rubin hace una lectura de la sexualidad entroncada en la historia de las tecnologías, y en la producción material de los objetos de consumo, la historia de la transformación de las materias primas y la historia del urbanismo. 

En el SM (sadomasoquismo) la relación de los sujetos con estos objetos forman parte de la producción moderna del cuerpo y de la relación de éste con los objetos manufacturados. La novedad de este análisis es que” la historia de la sexualidad se desplaza desde el ámbito de la historia natural de la reproducción para formar parte de la historia (artificial) de la producción.

Este giro epistemológico de Rubin es muy importante para comprender la distancia que va a tomar la teoría queer respecto al psicoanálisis. Mientras que éste hace una interpretación simbólica de la relación del sujeto con los objetos en función de los avatares de la historia inconsciente del sujeto (con sus identificaciones, rechazos, represiones) en un entramado vital marcado por la castración (y donde el fetichismo es interpretado como una posición subjetiva por no poder asumir la no existencia del pene en las mujeres), Rubin va a concebir estas prácticas como parte de un dispositivo de tecnologías que reconfiguran el cuerpo y las relaciones entre los sujetos en un marco histórico y cultural concreto, y va a criticar al  psicoanálisis como un marco explicativo muy limitado a la hora de abordar la cuestión del fetichismo:

No veo cómo se puede hablar de fetichismo y de sadomasoquismo sin pensar en la producción del caucho, en las técnicas usadas para guiar y montar a caballo, en el betún brillante de las botas militares, sin reflexionar sobre la historia de las medias de seda, sobre el carácter frío y autoritario de los vestidos medievales, sobre el atractivo de las motos y la libertad fugaz de abandonar la ciudad por carreteras enormes. Cómo pensar sobre el fetichismo sin pensar en el impacto de la ciudad, en la creación de ciertos parques y calles, en los ‘barrios chinos’ y sus entretenimientos ‘baratos’ o la seducción de las vitrinas de los grandes almacenes que apilan bienes deseables y llenos de glamour. Para mí el fetichismo suscita toda una serie de cuestiones relacionadas con cambios en los modos de producción de objetos, con la historia y la especificidad social del control, de la destreza y de las ‘buenas maneras’, o con la experiencia ambigua de las invasiones del cuerpo y de la graduación minuciosa de la jerarquía. Si toda esta información social compleja se reduce a la castración o al complejo de Edipo o a saber o no lo que se supone que uno debe saber, entonces se pierde algo importante.

Volviendo a esta breve introducción histórica, hay que señalar un periodo de crisis en el movimiento leather y sadomasoquista SM con la aparición de la pandemia del sida a comienzos de los años 80. El sida, con sus efectos devastadores, supuso un cambio en las prácticas y en las formas de organización de estos colectivos. Las comunidades leather-SM reaccionaron rápidamente e iniciaron fuertes campañas para implantar el sexo seguro, con iniciativas mucho más organizadas y precoces que las de las propias administraciones Reagan-Bush, cuya pasividad supuso una especie de genocidio planificado. Los cuartos oscuros y las saunas fueron cerrados por las autoridades (sin medidas complementarias de tratamiento o información), de forma que los colectivos leather-SM tuvieron que reorganizarse en clubes privados con fuertes medidas de higiene y seguridad. Hoy en día algunos locales y saunas de EEUU han vuelto a abrir pero sigue habiendo bastantes limitaciones para practicar el sexo en ellos. En este sentido, los locales leather-SM europeos son mucho más abiertos, y compaginan la posibilidad de encuentros sexuales y fiestas leather-SM con medidas de higiene y seguridad importantes (preservativos, guantes de látex y gel gratuitos, folletos informativos, etc.).

En la actualidad las comunidades leather y SM están extendidas por muchos países del mundo, organizadas en clubes, asociaciones, locales, páginas web, libros y revistas especializados, y nutren numerosos movimientos artísticos (Mapplethorpe, Espaliu, Catherine Opie, Tom de Finlandia, cine porno, The Leather Archives and Museum en Chicago...). Quizá han perdido algo del carácter clandestino y transgresor que tenía en los años 60-70, pero por otra parte su visibilidad supone un reto a los intentos de normalización que se ciernen sobre la comunidad gay.

Dos sabores...


Penetrando doble al esclavo...


sábado, 14 de diciembre de 2013

Un popurri?...










Chocolate puro...



Noticia sobre SIDA

Científicos daneses dicen haber hallado la cura del SIDA


2 diciembre 2013 
cura_sida 

Desde la década de los 80 el Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA) se ha considerado una de las peores enfermedades de nuestra época, para la que, según se creía hasta hace poco, parecía no existir cura.

Desde hace unas semanas, sin embargo, se han dado a conocer ciertos hallazgos que podrían acabar por fin con este mal. Primero fue el caso de un niño en Estados Unidos a quien por el tratamiento médico recibido fue posible erradicar todo rastro posiblemente peligroso de VIH con el que había nacido. Después el Instituto Pasteur de París anunció que 14 adultos habían logrado controlar la acción del virus.

Ahora un grupo de investigación en Dinamarca sostiene que en pocos meses podría desarrollar una “estrategia novedosa” por la cual el VIH puede ser suprimido del ADN humano y, por lo tanto, eliminado permanentemente del sistema inmune.

Según este procedimiento (desarrollado en el Hospital Universitario de Aarhus, situado en la ciudad del mismo nombre, al este del país), es posible hacer emerger los “depósitos” (reservoirs) de VIH que se forman en las células de ADN, traerlas a la superficie celular y, una vez ahí, dejar que sea el propio sistema inmune el que se encargue de ellas, previamente fortalecido con una vacuna diseñada para tal fin,

La técnica ya ha sido probada en laboratorios daneses e incluso el Consejo Danés para la Investigación reconoció a los científicos que la desarrollaron con un premio de 12 millones de coronas (casi 3 millones de dólares) para continuar con sus estudios, esta vez con personas que padecen la enfermedad.

Hasta ahora han sido 15 los pacientes que se encuentran bajo tratamiento y, en función de su respuesta, se decidirá si este tiene posibilidades reales de extenderse a una mayor escala.

“Estoy casi seguro de que tendremos éxito al liberar los depósitos de VIH. El resto será conseguir que el sistema inmune del paciente reconozca el virus y lo destruya. Eso depende de la fuerza y la sensibilidad de los sistemas individuales”, declaró al respecto Ole Sogaard, uno de los principales investigadores involucrados en este estudio.

(Con información de PijamaSurf)