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martes, 25 de febrero de 2014
Sacrificando libertad, comodidad y orgullo...
1. Libertad
2. Comodidad
3. Orgullo
Quitar la libertad significa que elimino su capacidad de moverse, o restrinjo uno más de sus sentidos. Tal vez no permito que vea, o que hable. Definitivamente no dejo que se mueva - en absoluto-.
Quitar la comodidad significa básicamente inflingir dolor. Varios niveles de dolor, por supuesto - no soy un sádico profundo. El nivel de dolor que infrinjo está directamente relacionado con el nivel de dolor que se requiere para que él esté “incómodo”. En otras palabras, no azotar duramente a alguien que se estremece a nivel masivo con un bonito y fuerte mordisco en la clavícula o en la parte interior del muslo. En diferentes hombres funcionan diferentes tipos de dolor...y yo encuentro cual y cuanto es la cantidad justa para que él lo sienta, y sienta lo que le estoy haciendo.
Quitar el orgullo significa hacer que se sienta desamparado, vulnerable, débil, o asustado.
Ahora, mirando estas tres cosas, he aprendido que algunos hombres pueden tolerar alguna de las tres mejor que otros. Me intriga hasta el infinito como los sumisos y no sumisos (por ejemplo, víctimas inocentes) ven cada una de estas cosas en el medio de una escena es frecuente que de a escoger a mi víctima su próximo tormento - cuál es peor, perder uno de sus sentidos, sufrir dolor?. Preferirías perder tu orgullo a quedar desamparado?. Vale la pena el dolor con tal de salvar tu ego?
Estos son pequeños momentos excitantes en los que me gusta observar, deseo estar dentro de su cabeza para ver como evalúa el precio de su orgullo contra las sensaciones de miedo, o viceversa.
Me gustaría que los sumisos me dijeran sus pensamientos sobre estos tres tormentos.
Para ser justo, profundizaré un poco más sobre las tres, y sobre lo que me provocan. Y, por supuesto, me gustaría oír de otros Amos cual de estas les excita más, y si alguna de las tres no les provoca nada en absoluto.
En un sentido amplio, el deseo de sacrificarse en cualquiera de las tres mencionadas es lo principal en mi lista. Básicamente, saber que él se somete a algo que no le gusta, sólo para que yo me excite, es lo que realmente hace la diferencia para mí. Todo lo que viene después es casi irrelevante - pero yo obtengo muchísimo placer llevándolo a esos terrenos, y asegurándome de que su sacrificio es un sacrificio real.
Dentro de la escena, me excita muchísimo ver como reacciona y maneja mis tormentos, y ver cómo reacciona con mi evidente placer al torturarlo. Sí, lo disfruto mucho. Nada me entusiasma más.
La libertad, por supuesto, es mi más grande perversión dentro de la perversión. Ver cómo reacciona a las cuerdas cuando son ajustadas, o a una mordaza siendo puesto en su boca. Ver como lidia con la realidad de que allí estoy yo.
Además, pienso que los hombres se ven “bien” atados. La restricción es sexy. Puede que tenga que ver con cuanto adoro observar las luchas. Especialmente las luchas sin sentido. Adoro sentarme y proferir una risita siniestra, diciendo "es inútil que te resistas".
Y también está el dolor. Quitarle la posibilidad de que se siente cómodamente. Hacer que soporte cosas que su cuerpo le grita que NO acepte más. Más que nada, creo que amo las reacciones físicas cuando se sufre dolor, la lucha, la mirada suplicante, los gemidos. La forma en que se retuerce en vano, tratando instintivamente de escaparse.
Por supuesto, lo más trágico e interesante de todo - el precioso ego masculino. Creo, y esto es una especulación, que sacrificar el orgullo está entre las cosas más difíciles de hacer para un hombre, aún por el Amo que más le importa. Todo en su educación le indica que no lo haga. Esto es lo que hace a este regalo tan especial. He visto hombres optar por niveles de dolor diez veces superiores sólo para evitar tener que arrastrarse por el suelo y lamer mis botas. He visto hombres aterrorizados de ponerse un par de pantys por miedo a lo que pudieran sentir.
Quizás esta es la causa por la que este tipo de sumisión es tan dulce. Una vez que él está allí, es tan vulnerable. Como un niño. Es como si la dura capa exterior se hubiera roto, y lo que quedara fuera un niño tembloroso y aterrorizado. Rasgo su piel y juego delicadamente con sus partes más preciosas, y él tiembla, se estremece, y lo acepta.
Sin embargo, aún hay mucho más. Una de las razones por las que paso un mal momento escribiendo artículos como este es que me siento escribiendo breves notas sobre algo que merecería novelas enteras. Estas son sólo tres, por supuesto, de las categorías principales del juego a las que me veo volver una y otra vez. Agradezco las respuestas de cualquier tipo.